viernes, 9 de septiembre de 2011

MARISA CAPÍTULO UNO

ME LLAMO MARISA y me gustaría ser una mujer normal.
No es que vuele, ni tenga poderes extraordinarios pero vivir en este pueblo acentúa mis diferencias con el resto.
La gente es tan estúpida y tan mequetrefe que si te conviertes en el objetivo de sus miradas, críticas y burlas la vida se puede hacer imposible.
No tengo a nadie de mi lado, nadie sabe nada piel para adentro.
No soy ninguna asesina y jamás haría daño nadie mi único delito es haber nacido en esta dura época, en esta tierra que me quema.
Quizás en Francia las cosas hubieran sido diferentes, quizás en cualquier otro país al otro lado de los pirineos, quién sabe. Nadie elige donde nace sólo Dios decide tu destino y si realmente ha sido así Dios no me interesa, no me creo su bondad aunque como en todo, tendré que disimularle.
A veces consigo escapar sola al campo y respirar en libertad allí, aunque escondida puedo ser yo misma. Hoy me encuentro aquí rodeada de trigo en la sombra de un viejo árbol que me protege del duro sol de castilla.
Hace una ligera brisa de primeros de septiembre que es como una caricia en mi cara y en mi alma quizás sea el mismo Dios pidiendo disculpas.
Ha sido un verano muy duro. Hacía ya tiempo que sólo en NATALIA había encontrado cierta confianza. Quizás sea la única persona en este pueblo que me escucha y me alivia un poquito. Quizás sea la única persona en el mundo que lo haga. Pero no siento nada por ella. No me siento atraída por ninguna mujer. Quizás si así fuera, podría disimular mejor lo que siento. Podría vivir junto a ella y ser feliz aparentando ser un matrimonio que se acerque a la normalidad pero así, no sé creo que me va a resultar más difícil y complicado.
Me gustaría cerrar los ojos y abrirlos en otro cuerpo no en este de manos rudas, pecho peludo y olor a hombre. Miro desde este rincón apartado el pueblo que se ve a lo lejos y siento que no quiero volver a él. Pero a ¿Donde voy?
Tengo que tomar las riendas, la vida es dura, muy dura pero también tiene sus alegrías.
Es hora de volver Marisa es hora de meterte en cajón de nuevo. Volveré a ser Juan, volveré a jugar a tu juego Dios sólo porque me da más miedo ponerme una soga al cuello y acabar de una vez con todo esto. Ojala que el tiempo me de valor para ello.